viernes, 9 de abril de 2010

DIAGNÓSTICO Y PLAN DE ACCIÓN

2 comentarios:

  1. La discapacidad y la escolaridad no siempre van de la mano y aunque no sea posible en todos los casos en muchos sí se pueden encontrar.

    El hecho de ir a la escuela es,un hecho mágico del cual tendrían que poder participar todos. No sólo es ir a aprender, lo cual ya es mucho. Es conocer gente, hacerse amigos, tener un grupo de pertenencia, contención afectiva, desarrollarse, tener una guía que nos acompañe en nuestro crecimiento. No es sólo ir al colegio, es mucho más.

    Para los niños con algún tipo de discapacidad, todas estas posibilidades no siempre están al alcance de sus manitos. En algunos casos no es posible unir las ganas de aprender o pertenecer a un ámbito escolar con la discapacidad que se tiene.
    La integración social es sencilla en el nivel inicial y en los primeros años de primaria. En algunos casos comienza a dificultarse cuando los intereses del niño integrado difieren mucho de los de sus compañeros y sus adaptaciones curriculares son muy significativas. En todos los casos es muy importante la intervención del maestro de grado y del maestro integrador para favorecer el intercambio y las relaciones entre todos los niños del grado. Hay estrategias muy positivas a desarrollar, tanto en los recreos como en el aula. Siempre existe la posibilidad de tratar de “tender puentes” para respetar la diversidad de las personas. Los padres de los demás niños también tienen un rol importante que se juega en la forma en que se refieren a los compañeros integrados, las invitaciones que realizan, las que aceptan o rechazan, etc.
    En general es la familia quien primero demanda la integración escolar, muchas veces aconsejada y acompañada por los profesionales que atienden a su hijo. Los padres son el verdadero motor de los cambios que se van logrando, con su lucha constante y persistente por los derechos de sus hijos y por hacerles un lugar en el mundo de “todos”.
    Algunas veces, después de conseguida la escuela común y armado todo el andamiaje necesario, suelen correrse, no estar demasiado presentes y tratan de no enfrentar la realidad de la discapacidad real que sus hijos tienen. Esa herida narcisista reaparece continuamente y lleva a negar la realidad o, por lo menos, no verla.

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  2. La educación de los niños y niñas con discapacidad también es responsabilidad de los padres de familia y de la comunidad. Consideramos que si bien cada actor educativo desempeña un papel específico, la descentralización de la mejora de la educación especial se asegura con el involucramiento de los padres de familia y de la comunidad. Ello asegura el camino hacia la inclusión, ya que compromete a todos los actores y no sólo al Estado o a agentes externos de la localidad.

    Los padres de familia de los niños y niñas con discapacidad resultan importantes actores educativos, cuya tarea habrá de potenciar su educación debido al fuerte vínculo que poseen con los niños y niñas. Los padres de familia cumplen un importante rol; ellos deberían ser los primeros educadores efectivos de sus hijos fuera de la escuela y desde edad temprana.

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